La cama está desecha y no es por nuestra culpa,
no me veo despeinada
y tu espalda se ha quedado sin caricias.
Los cigarros aún están en la caja,
no hemos compartido ninguno.
Hoy la lluvia no se siente como antes.
Los cafés me saben más amargos,
y en las películas clásicas de domingos hay anuncios.
Las cenas de pizza fría y cervezas han desaparecido,
y también mis ganas de dormir siestas sin compañía.
En mi piso ya no se escucha
ninguna guitarra romántica
sonando por las noches,
buscando a alguna enamorada.
Siento el frío más doloroso
sin nadie que encaje sus manos en las mías,
que sin ser de mi propiedad, hice que lo fueran.
Ahora apenas hago la cama,
no está desecha.
Fumo más, pienso menos.
Cuando llueve duermo,
y ya no tomo café.
Ya no quiero ver el final de las películas,
me duermo sin más a mitades.
Las cervezas las guardé en el congelador,
ya no escucho canciones
donde aparezcan guitarras de fondo,
y lamentablemente,
uso más guantes que nunca.
Ya nadie me -las- protege.
Sábanas demasiado frías para un invierno tan cruel. |
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