No me acuerdo de tu tacto. No me acuerdo de tu olor ni de tu aroma. Tampoco recuerdo tu voz ni tu sinfonía. Todo se esfumó. No me acuerdo de esos ojos tristes que de tantas ocasiones delataban dolor. He olvidado todo lo que decías antes de dormir. Todos tus 'te quiero' mal formulados día tras día. Noche tras amanecer. A diferencia de aquellas noches frías, esta, no tengo absolutamente nada que decir. Te tengo delante, a 15 centímetros. Mirándome fijamente. Repasando todo lo que se te había olvidado de mi durante tanto tiempo, sin coincidir o sin vernos como simples ausencias. Esta noche mi alma está muda. Está enmudecida por mis más sinceras y discretas tristezas. Tanto escondido y tanto guardado, que a la hora de recordar lo que había encajonado, es una ciencia no exacta saberlo. Olvidé tus besos. Esos que con tanta ternura nos dábamos. Triste. Muy triste que no recuerde. Solo en un momento del día soy capaz de hacerlo. A la noche, mis ojos se cierran, y mi
"Para endurecerse nunca hay que perder la ternura"