Las luces de abril alumbraban las calles, esas calles húmedas que me conquistaron . La lluvia caía tan lentamente que parecía acariciarme , y a causa de eso mis sentidos se activaron de manera descomunal. No sé como, pero la lluvia conseguía en mi cosas increíbles. Girando la avenida del frío, mis manos quisieron inconscientemente refugiarse en mis bolsillos aún gélidos . Mis cascos aún funcionando me transportaron a una escena diferente, donde mis pasos eran el compás, y mis dedos marcaban los chasquidos. Qué sorpresa fue verte. No me esperaba que tu capucha topase con la mía una noche como aquella. No te había visto jamás, y la verdad, me sentí culpable por no haber coincidido contigo nunca. Qué desperdicio pensé. Lo cierto es que tu sonrisa invadió algo dentro de mi, provocando que automáticamente, esbozase una yo también. Te refugiabas en aquel portal de la lluvia, aunque sinceramente, era maravilloso ver como el brillo de tus ojos aumentaba al ritmo de las gotas cayendo
"Para endurecerse nunca hay que perder la ternura"