Me arruinas sin gastar ni un céntimo de mi cartera, me matas sin necesidad de gastar ninguna bala, y me quemas como mechero a cigarro impaciente. Estoy sentada aquí en medio de la nada, en un tejado roto sin gatos maullando , solo mi sombra me sigue, el tabaco traicionero me acompaña pero consigue matarme a la vez . Caigo y vuelvo, pienso en ti y en tu camisa y en las veces que adoraba quitártela . Para que engañarnos, la noche se presenta muy solitaria y adornarla con tu recuerdo nunca fue mala idea. El humo entra lento por mis pulmones, yo de mientras me recuesto, de golpe un frío aire recorre mi espalda y maldigo mi suerte y a la vida, por no tener suficiente con quitarme tu presencia y helarme por dentro y también por fuera .
"Para endurecerse nunca hay que perder la ternura"