Supe que el invierno se había terminado cuando ya no noté tu fragancia en mi espalda al abrazarme, ni tampoco el calor de tus manos tapando y abrigando las mías en las frías noches de Octubre. Todo eso se esfumó. A pesar de todo, continué allí, en el banco de siempre esperando a que volvieses . Describir un día contigo me costaría mil líneas, mil veces pensarte, mil veces sonreír al hacerlo . No puedo olvidarme de tu perfume, siempre fue mi debilidad tu olor, tu esencia. Tanto, que cuando te fuiste todas mis sábanas quedaron tristes y celosas , no querían desacerse de ti y yo... tampoco. La manera de fundir el cigarro en tu boca, el relieve de tus venas en tus brazos, tus camisas ( que yo raptaba y no pedía recompensa ) o tu café, aún puedo olerlo por las mañanas. Tu manera de mirarme al amanecer juntos y susurrarme ese: '' Buenos días enana, ¿quién prepara el desayuno ?'' Y siempre lo preparabas tu , con tus famosas tostadas con mermelad
"Para endurecerse nunca hay que perder la ternura"