Ir al contenido principal

Mi gélido invierno

Días como estos, donde reina la lluvia y muere el sol, recuerdo el puto invierno. Lo peor de todo es que ya no podré recordarlo como un simple invierno más, como una estación cualquiera del año a la cual nos adaptamos con bufandas y chocolates calientes. No puedo hacer que me sea indiferente tenerte presente en cada gota de lluvia que cae por mi ventana. No puedo lograr mirarte sin apartar la mirada, tus ojos se me clavan como puñales y la sangre gotea demasiado.
No se ni como limpiarla.
No quiero limpiarla.
En días como este, donde el silencio me atrapa, me dejo atrapar. De tal manera que en cada poro de mi cuerpo se respira el suave aroma a esta estación.
¿Lo recuerdas? Yo me acuerdo. 
Pagaría por que al menos una vez al día te acordases de aquellos días fríos y débiles. Y no, no me describo a mi, describo al tiempo. 
Recuerdame por lo que era a secas, no por lo que era cuando estaba contigo, de esa forma solo estaba atrapada a ti, y realmente era otra persona.
Recuerdame por la mirada de felicidad intensa y completa a la vez que tus manos apretaban mi cintura.
Recuerdame, como yo recuerdo nuestro invierno.



Mírame bien invierno, ni se te ocurra olvidarme

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya no

Ya no tiene sentido escribir por las noches ni destapar una Heineken de madrugada, tampoco fumar por las tardes, ni sonreír por las mañanas. De qué me sirve escribir, si el único motivo y línea por línea  llevaban tu nombre, -y hasta todas tus huellas-. De qué consuela, beber cerveza cuando ya no hay compañías  que la hagan menos amarga. Dime de qué me sirve, inhalar un Malboro por las tardes, cuando ni siquiera te tengo  para hacerlo a mitades. Sonreír dices, y qué es eso si cada vez que te pienso  es un verso más, y un beso menos. La luz del túnel es tenue, pero no oscura. Y tengo ganas de salir del pozo en el que me metí yo solita al conocerte. O, al creer conocerte.

Grandes esperanzas

Como el cigarro después de follar y fallar. Como cuando me acaricias los tatuajes y me miras, queriendo entrar en todos mis rincones, en todas mis heridas, y en todos mis precipicios. Jamás nos curábamos juntos, pero nos destruiamos de la mano y dicen que el sufrimiento  -al igual que los vicios- compartidos se llevan mejor. Como cuando me desabrochas el sujetador conociendo todas mis costuras. Sonríes y haces que mi alma vibre, que mi aliento falte,  y que mi mirada te engulla. Como cuando me siento pájaro volando en tu pecho, en tu almohada y en tus sábanas, buscando siempre un pedacito de tu cielo. Como quererte un sábado por la noche, o un miércoles por la mañana. Como quererte  a secas, más que a mil lluvias.

La letra más bonita del abecedario

Hoy he encontrado tiempo para mi, como solías decirme que hiciera. Y adivina qué, estoy pensando en ti. Aquí solo huele a colillas  muertas en el cenicero. A café recién hecho y a tu perfume, -y ni siquiera has estado aquí-. Sé que te habrán escrito mil poemas, de noche o de día, recitados o guardados en cajones; pero aún así quiero que (me) leas. A susurros con voz dulce y suave, y que cuando termines, cierres los ojos. Que los aprietes tan fuerte, que puedas sentirme a tu lado cogiéndote la mano y sabiendo, que jamás estarás sola. Para ti, H : Como H ,  no suenas, ni explotas, ni cantas, ni te expresas. Como H , no ríes, no lloras, no te quejas. Como H , jamás sabremos que es lo que escondes. Bueno, ilusos. Todos menos yo. Te conozco y te conocía a la perfección. Esa manía tuya de querer sentirte libre, de querer escribir un libro y que te leyesen, que entrase