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La chica indescifrable.

Chica indescifrable. Labios rojos y ojos café convertidos en miseria. Pelo teñido de recuerdos pasajeros. Sonrisa rota y desgastada de tantas desgracias escondidas. Piernas largas, recorrido de lujo. Mirada penetrante. 
El humo de los cigarros que consumía cada mañana y cada noche la estaba pudriendo por dentro. Antes muñeca de porcelana. Ahora esa muñeca está rota. Hecha pedazos. Supongo que por las historias vividas. La princesa se había convertido en la bestia que nadie entendía. 
Te vi con la electricidad que siempre desprendías causada por el movimiento de tu cintura. Caminabas con seguridad. Seguridad escondida por noches de miedo. No te importaba quién te mirase. Sólo querías que el humo de tu cigarro te evaporase en un instante. En ese instante.
Chica indescifrable, dame pistas para ayudarte. Para volver a creer en esa dulzura y esa fragancia a sonrisas. A ese cerebro sin contaminación alguna, a ti.
Bailabas con la luna aquella noche. Te arreglabas para causar furor entre esos tres o cuatro chicos preocupados en tu falda. Nada hacía que tu vacío se llenase. 
Vida complicada y problemas familiares alejaban a una chica tierna de la felicidad completa. De su destino.



¿Qué necesitabas para ser feliz?



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Ya no

Ya no tiene sentido escribir por las noches ni destapar una Heineken de madrugada, tampoco fumar por las tardes, ni sonreír por las mañanas. De qué me sirve escribir, si el único motivo y línea por línea  llevaban tu nombre, -y hasta todas tus huellas-. De qué consuela, beber cerveza cuando ya no hay compañías  que la hagan menos amarga. Dime de qué me sirve, inhalar un Malboro por las tardes, cuando ni siquiera te tengo  para hacerlo a mitades. Sonreír dices, y qué es eso si cada vez que te pienso  es un verso más, y un beso menos. La luz del túnel es tenue, pero no oscura. Y tengo ganas de salir del pozo en el que me metí yo solita al conocerte. O, al creer conocerte.

Grandes esperanzas

Como el cigarro después de follar y fallar. Como cuando me acaricias los tatuajes y me miras, queriendo entrar en todos mis rincones, en todas mis heridas, y en todos mis precipicios. Jamás nos curábamos juntos, pero nos destruiamos de la mano y dicen que el sufrimiento  -al igual que los vicios- compartidos se llevan mejor. Como cuando me desabrochas el sujetador conociendo todas mis costuras. Sonríes y haces que mi alma vibre, que mi aliento falte,  y que mi mirada te engulla. Como cuando me siento pájaro volando en tu pecho, en tu almohada y en tus sábanas, buscando siempre un pedacito de tu cielo. Como quererte un sábado por la noche, o un miércoles por la mañana. Como quererte  a secas, más que a mil lluvias.

La letra más bonita del abecedario

Hoy he encontrado tiempo para mi, como solías decirme que hiciera. Y adivina qué, estoy pensando en ti. Aquí solo huele a colillas  muertas en el cenicero. A café recién hecho y a tu perfume, -y ni siquiera has estado aquí-. Sé que te habrán escrito mil poemas, de noche o de día, recitados o guardados en cajones; pero aún así quiero que (me) leas. A susurros con voz dulce y suave, y que cuando termines, cierres los ojos. Que los aprietes tan fuerte, que puedas sentirme a tu lado cogiéndote la mano y sabiendo, que jamás estarás sola. Para ti, H : Como H ,  no suenas, ni explotas, ni cantas, ni te expresas. Como H , no ríes, no lloras, no te quejas. Como H , jamás sabremos que es lo que escondes. Bueno, ilusos. Todos menos yo. Te conozco y te conocía a la perfección. Esa manía tuya de querer sentirte libre, de querer escribir un libro y que te leyesen, que entrase