Aquél día recuerdo haber caminado horas y horas sin rumbo fijo. Refugiada tras aquel paraguas negro mi mirada se perdía.
Apuesto que no sabes todos los recuerdos que rondaron mi cabeza. Esos días en los que desaparecer no era una opción, era una necesidad.
Imagino que todos hemos vivido días así. (Y si no es así, me alegro). Yo caminaba por las frías calles, topándome con sonrisas y gente distraída. Mientras en mi interior, sólo quería caminar, caminar sin ningún destino. Profundizar en el pavimento gris, y intensamente frío. Profundizar con el cielo tapado por nubes y un espeso olor a nostalgia. De veras, preferí seguir caminando.
Para mi sorpresa el día acabó, y la noche reinó en el oscuro paisaje. Total, no me importaba llegar a casa, tampoco la reacción de mi familia. En ese momento, no me preocupaba nada.
Mientras mi mirada perdida iba buscando un escondite, alguien tocó mi hombro. Noté su mano y supe a la perfección quién era. Cosa que con otra persona jamás me habría pasado nunca. Eras tú. Supongo que el dolor de mi interior sólo podía calmarlo alguien, y quizás, bueno, tú me conocías a la perfección.
Me giré, mi pelo acarició mi piel al hacerlo. Mi bufanda y mis guantes protegían mi cuerpo del frío invierno, pero nadie me avisó que llevara algo para proteger mi corazón.
Lo que pasó después, sólo fue el final de la historia, se quedó allí, congelado en el tiempo, en un cajón guardado lleno de mil recuerdos. Impregnado de fragancias que por más que pasen los años, seguiré reconociendo.
'De mi dolor, fueron pocos testigos'
Apuesto que no sabes todos los recuerdos que rondaron mi cabeza. Esos días en los que desaparecer no era una opción, era una necesidad.
Imagino que todos hemos vivido días así. (Y si no es así, me alegro). Yo caminaba por las frías calles, topándome con sonrisas y gente distraída. Mientras en mi interior, sólo quería caminar, caminar sin ningún destino. Profundizar en el pavimento gris, y intensamente frío. Profundizar con el cielo tapado por nubes y un espeso olor a nostalgia. De veras, preferí seguir caminando.
Para mi sorpresa el día acabó, y la noche reinó en el oscuro paisaje. Total, no me importaba llegar a casa, tampoco la reacción de mi familia. En ese momento, no me preocupaba nada.
Mientras mi mirada perdida iba buscando un escondite, alguien tocó mi hombro. Noté su mano y supe a la perfección quién era. Cosa que con otra persona jamás me habría pasado nunca. Eras tú. Supongo que el dolor de mi interior sólo podía calmarlo alguien, y quizás, bueno, tú me conocías a la perfección.
Me giré, mi pelo acarició mi piel al hacerlo. Mi bufanda y mis guantes protegían mi cuerpo del frío invierno, pero nadie me avisó que llevara algo para proteger mi corazón.
Lo que pasó después, sólo fue el final de la historia, se quedó allí, congelado en el tiempo, en un cajón guardado lleno de mil recuerdos. Impregnado de fragancias que por más que pasen los años, seguiré reconociendo.
'De mi dolor, fueron pocos testigos'
Encontré la paz en la lluvia. |
Comentarios
Publicar un comentario