Ir al contenido principal

Encontré paz en la lluvia.

Aquél día recuerdo haber caminado horas y horas sin rumbo fijo. Refugiada tras aquel paraguas negro mi mirada se perdía.
Apuesto que no sabes todos los recuerdos que rondaron mi cabeza. Esos días en los que desaparecer no era una opción, era una necesidad. 
Imagino que todos hemos vivido días así. (Y si no es así, me alegro). Yo caminaba por las frías calles, topándome con sonrisas y gente distraída. Mientras en mi interior, sólo quería caminar, caminar sin ningún destino. Profundizar en el pavimento gris, y intensamente frío. Profundizar con el cielo tapado por nubes y un espeso olor a nostalgia. De veras, preferí seguir caminando.
Para mi sorpresa el día acabó, y la noche reinó en el oscuro paisaje. Total, no me importaba llegar a casa, tampoco la reacción de mi familia. En ese momento, no me preocupaba nada.
Mientras mi mirada perdida iba buscando un escondite, alguien tocó mi hombro. Noté su mano y supe a la perfección quién era. Cosa que con otra persona jamás me habría pasado nunca. Eras tú. Supongo que el dolor de mi interior sólo podía calmarlo alguien, y quizás, bueno, tú me conocías a la perfección.
Me giré, mi pelo acarició mi piel al hacerlo. Mi bufanda y mis guantes protegían mi cuerpo del frío invierno, pero nadie me avisó que llevara algo para proteger mi corazón. 
Lo que pasó después, sólo fue el final de la historia, se quedó allí, congelado en el tiempo, en un cajón guardado lleno de mil recuerdos. Impregnado de fragancias que por más que pasen los años, seguiré reconociendo. 
'De mi dolor, fueron pocos testigos'


Encontré la paz en la lluvia.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya no

Ya no tiene sentido escribir por las noches ni destapar una Heineken de madrugada, tampoco fumar por las tardes, ni sonreír por las mañanas. De qué me sirve escribir, si el único motivo y línea por línea  llevaban tu nombre, -y hasta todas tus huellas-. De qué consuela, beber cerveza cuando ya no hay compañías  que la hagan menos amarga. Dime de qué me sirve, inhalar un Malboro por las tardes, cuando ni siquiera te tengo  para hacerlo a mitades. Sonreír dices, y qué es eso si cada vez que te pienso  es un verso más, y un beso menos. La luz del túnel es tenue, pero no oscura. Y tengo ganas de salir del pozo en el que me metí yo solita al conocerte. O, al creer conocerte.

Grandes esperanzas

Como el cigarro después de follar y fallar. Como cuando me acaricias los tatuajes y me miras, queriendo entrar en todos mis rincones, en todas mis heridas, y en todos mis precipicios. Jamás nos curábamos juntos, pero nos destruiamos de la mano y dicen que el sufrimiento  -al igual que los vicios- compartidos se llevan mejor. Como cuando me desabrochas el sujetador conociendo todas mis costuras. Sonríes y haces que mi alma vibre, que mi aliento falte,  y que mi mirada te engulla. Como cuando me siento pájaro volando en tu pecho, en tu almohada y en tus sábanas, buscando siempre un pedacito de tu cielo. Como quererte un sábado por la noche, o un miércoles por la mañana. Como quererte  a secas, más que a mil lluvias.

La letra más bonita del abecedario

Hoy he encontrado tiempo para mi, como solías decirme que hiciera. Y adivina qué, estoy pensando en ti. Aquí solo huele a colillas  muertas en el cenicero. A café recién hecho y a tu perfume, -y ni siquiera has estado aquí-. Sé que te habrán escrito mil poemas, de noche o de día, recitados o guardados en cajones; pero aún así quiero que (me) leas. A susurros con voz dulce y suave, y que cuando termines, cierres los ojos. Que los aprietes tan fuerte, que puedas sentirme a tu lado cogiéndote la mano y sabiendo, que jamás estarás sola. Para ti, H : Como H ,  no suenas, ni explotas, ni cantas, ni te expresas. Como H , no ríes, no lloras, no te quejas. Como H , jamás sabremos que es lo que escondes. Bueno, ilusos. Todos menos yo. Te conozco y te conocía a la perfección. Esa manía tuya de querer sentirte libre, de querer escribir un libro y que te leyesen, que entrase