Son en estos momentos en los que te necesito. En los que necesito que me susurres al oído que soy fuerte, que yo sola puedo combatir con cualquier dragón, que no me hace falta ningún príncipe, pero que si caigo, serás tú quien gane el combate. Necesito que tu voz grave diga mi nombre tranquilizándome. Necesito que me des un abrazo tan y tan fuerte, que cuando me dejes ir, desee otra vez dártelo. Necesito que me cuides, que me sujetes fuerte cuando esté a punto de caer. Son esos días de llantos, de tristezas acumuladas en los que necesito tu mirada intensa que me cure cualquier herida. Son en esos precisos momentos, en los que necesito que me quieras como a nunca habías querido a nadie.
Ya no tiene sentido escribir por las noches ni destapar una Heineken de madrugada, tampoco fumar por las tardes, ni sonreír por las mañanas. De qué me sirve escribir, si el único motivo y línea por línea llevaban tu nombre, -y hasta todas tus huellas-. De qué consuela, beber cerveza cuando ya no hay compañías que la hagan menos amarga. Dime de qué me sirve, inhalar un Malboro por las tardes, cuando ni siquiera te tengo para hacerlo a mitades. Sonreír dices, y qué es eso si cada vez que te pienso es un verso más, y un beso menos. La luz del túnel es tenue, pero no oscura. Y tengo ganas de salir del pozo en el que me metí yo solita al conocerte. O, al creer conocerte.
Comentarios
Publicar un comentario